
En una mañana soleada de septiembre, los empleados de Goldman Sachs pasan por los torniquetes en el amplio vestíbulo de la sede ubicada en el vecindario de Battery Park City, en Manhattan.
Más de 9.000 personas trabajan en la oficina central del banco de inversiones en Nueva York.
Y cientos de ellos dependen de la visa H-1B para trabajadores extranjeros cualificados, un permiso que recientemente fue objeto de revisión de la administración de Donald Trump.